Hola chicos y, sobre todo, chicas. Con este artículo empieza una nueva serie donde retomaré los caminos más cercanos a la seducción, propiamente dicha, más breves, más claros, más útiles e igual de divertidos. ¡Disfruta!
1 | No creas nuevas oportunidades
Chicas y chicos, voy a lanzaros una pregunta. Si tenéis sed, ¿como la saciáis? Bebiendo, ¿verdad? Por norma, en la gran mayoría de aspectos de nuestra vida si surge un deseo, actuamos en consecuencia para satisfacerlo.
Ya sea hacer un viaje, ir al baño, quedar con amigos, somos consecuentes con nuestras apetencias. ¡Sin embargo! (mucha energía de repente).
Cuando estamos frente a esa persona que tiene algo que nos atrae, nos llama la atención o nos conmueve, nos quedamos paralizados como un ciervo delante de los faros de un coche.
¿Reconocéis esa escena característica de muchas películas adolescentes americanas donde, en el baile de fin de curso, las chicas están por un lado de la sala y los chicos por otro? Pues… ¡eso está pasando en el mundo hoy en día!
Pero que no cunda el pánico, tengo la solución, la fórmula mágica, la frase que te permitirá empezar una conversación hasta con un extraterrestre y la pongo aquí en primicia, voy a tirar la casa por la ventana. Atentos:
Yago: Hola.
Efectivamente, no necesitamos nada más. Un hola es suficiente. ¿por qué? Por que al hacerlo, estamos creando una oportunidad.
Cuantas más oportunidades creemos, más cerca estaremos de seducir, ganamos experiencia, ganamos intuición social, conocemos a personas maravillosas y nos acercamos a la persona que nos gustaría llegar a ser.
En nuestros talleres prácticos enseñamos las maneras más eficientes de comunicarnos cuando nos gusta una persona, tanto como para llamar su atención como para la toma de contacto.
Pero os aseguro de que cuanto más os expongáis a lo social, aunque sea con un simple hola, os sentiréis más libres y en mayor control de vuestra vida social.
2 | No avanzas sexualmente
¿Tienes un círculo social que te permite estar rodeado de mujeres deslumbrantes u hombres atractivísimos? Maravilloso.
¿Que encima compartís cosas y os veis con frecuencia? Maravilloso.
¿Que a ti te ella/el te atrae pero para la otra persona solo sois amigos? Ya no mola tanto.
De la misma manera que, muchas veces, para que una persona se entere de que la queremos, es preciso que lo comuniquemos, para que una persona se entere de que nos atrae sexualmente, también tenemos que comunicarlo. Con educación y buen gusto, pero comunicarlo.
Porque, si, estamos en el siglo XXI, y hay chicas y chicos que quieren encontrar al amor de su vida, pero también hay chicas y chicos que quieren tener sexo con libertad, sin compromisos y divirtiéndose todo lo posible.
El sexo mola, seas hombre, mujer, gato o pulga. Y si lo que te apetece es sexo, pero no lo comunicas o no sabes comunicarlo, lo más probable es que lo tengas complicado. Sexualizar no es más que, citando a Luis:
“La práctica de transmitir, implícita o explícitamente, esas sensaciones, positivas y sexuales, que nos generan determinados estímulos en la otra persona”
En su último Ebook: 21 Claves para Sexualizar Conversaciones, nos presenta una serie de ejercicios y contenidos para aprender a comunicar nuestros apetitos sexuales sin morir en el intento.
Si os interesa el tema os recomiendo ver la presentación de dicho Ebook.Veréis que, bien comunicado, ese apetito sexual puede resultar muy estimulante para ambas partes y os hará disfrutar como enanos.
3 | No eres auténtico
Nos han vendido que para seducir hay que tener mucho dinero, ser famoso, ser modelo o ser la persona más divertida del mundo. En definitiva, que hay que fingir ser algo que no somos. Pero como dice mi inseparable amigo Javi;
“Si finges para gustar, en el mejor de los casos gustarás por lo que finges ser”
Por mi experiencia, os aseguro que vuestro yo más atractivo, es vuestro yo auténtico. Si necesitas disfrazar quien eres, probablemente es porque no estés a gusto con quien eres. Y si no estás a gusto con quien eres, ¿como esperas que la otra persona lo esté?
Si tienes un amigo muy generoso, y es una cualidad que valoras de él, díselo. Si te sientas a lado de una compañera en clase y hoy está bellísima y llamativa, díselo.
Se quien eres, no quien se supone que debes ser. Recordad que no hay un yo unificado, en función de la persona que tenemos delante nuestra conducta cambia, por eso, desde mi perspectiva, ser uno mismo es cuando conectas lo que sientes, lo que piensas y lo que expresas, como podemos ver en mi anterior artículo.
Es por eso que el taller “Sedúcete a ti mismo” es uno de mis favoritos, porque se aprende a construir un autoconcepto realista y a entender que todos tenemos cualidades y características que nos hacen seductores de manera individual e inimitables.
Hay personas transparentes, honestas, que no tienen nada que ocultar y que inspiran. Y, por otro lado, hay personas que engañan, ocultan, mienten y necesitan aparentar cosas que no son.
¿Cuál prefieres ser tú?
3 miedos que te impiden seducir
Desde cierto punto de vista, defino la seducción como un proceso en el cual convertimos un deseo en acción. Por desgracia, miles de personas tienen geniales ideas y deseos que no convierten en acción, deseos que matan en sus mentes por diferentes tipos de miedo:
+ Deseo decirle algo bello pero no lo hago por miedo a parecer demasiado interesado.
+ Deseo proponerle algo, pero no lo hago porque quizá no sea correspondida.
+ Deseo hacerle sentir algo especial, pero no lo hago porque quizá me malinterprete.
Por no mencionar los deseos relacionados con dejar un trabajo, hacer un viaje, empezar unos estudios… Miles de personas, cada día, matan sus deseos sin convertirlos en acción. Un “deseocidio” cotidiano.
Es cierto que muchas personas quisieran mostrar su interés, hacer sonreír o dejar huella en alguien de un modo distinto a lo habitual y no tienen miedo a hacerlo, pero para ello hace falta creatividad, uno de los recursos infinitos del ser humano, pero que no siempre está disponible. ¿Cómo mejorar la creatividad? No es el tema principal de este artículo así que no me extenderé, pero uno de los modos que recomiendo es exponer al cerebro a estímulos creativos no pasivos.
Es decir, no sólo leer sino también escribir. No sólo ver deporte sino practicarlo. No sólo ver obras de arte sino dibujar. Para más información, recomiendo el libro de mi compañero y amigo Álvaro Tejedor “21 Claves para mejorar tu ingenio”
Dicho esto, ¿cuáles son los miedos que te impiden seucir? A continuación abordamos estos aspectos.
1 | Miedo a mostrar interés
Argumento:
La sabiduría popular reza: “quien muestra el hambre no come”. Que puede resultar poco beneficioso mostrar nuestro interés es una de las primeras creencias conscientes o inconscientes que afloran cuando empezamos a lidiar con la seducción en la adolescencia.
Tiene su explicación: cuando estamos mostrando interés, y más al tener un bonito detalle con alguien, estamos subcomunicando: “tienes mi atención”. Sin embargo, a nuestra naturaleza deseante le resulta más fácil desear aquello que no tiene. Para bien y para mal, anhelar algo o a alguien provoca una vorágine de emociones que han originado buena parte de la literatura universal, y que en ocasiones provocan adicción (de ahí la adicción al sufrimiento que vemos en personas enganchadas a alguien que no les trata bien). Decía Juan Luis Arsuaga: “no se puede desear lo que ya tienes”.
Contraargumento:
Distingamos dos preguntas: «¿qué nos provoca deseo?» frente a “¿qué nos provoca satisfacción?”. Las respuestas son distintas. Para “desear” lo que tienes, debes apreciarlo, y eso exige cierta experiencia y capacidad para identificar qué te provoca no sólo deseo cortoplacista sino satisfacción largoplacista. Características que se ganan con la madurez. Quizá por eso, una vez más podemos citar la sabiduría popular que manifiesta: “las chicas tontean con el malo, pero terminan con el bueno”.
¿A qué lleva el miedo a parecer demasiado interesado? A estrategias absurdas. Os cuento una anécdota con una alumna.
Me contaba Sonia, una chica bastante atractiva acostumbrada a que los chicos vayan detrás de ella, que le gustaba un chico italiano. Coincidía que iba a ir con otras amigas al pueblo donde estaba él, ya que al parecer tenían amigos comunes. Me dijo:
“Cuando le vea, haré más caso a sus amigos, para que así no me vea demasiado interesada y venga a por mi”.
Respondí:
“¡perfecto! ¿y puede ser que él siga la misma estrategia, haga más caso a otras chicas con el fin de gustarte a ti, y absurdamente hagáis caso a personas que no os interesan con el fin de que os hagáis caso entre vosotros?”
En otras palabras: para gustarte hago como que no me gustas. Cuando dos personas siguen esa estrategia, lo que termina pasando es que al final no sucede nada. Una historia llena de posibilidades que nunca llevará a nada porque ambos juegan a engañarse acerca de sus verdaderos deseos.
¿Qué recomiendo? Que vayas más allá de seguir tus deseos primarios y trates de buscar aquello que te dará satisfacción. Para ello necesitas autoconocimiento, experiencia y honestidad. O lo que es lo mismo: madurez.
2 | Miedo a no ser correspondid@
Argumento:
A nadie le gusta jugar al tenis solo. Como Luis comentaba en esta presentación nuestro autoconcepto y autoestima no son independientes de la reacción de los demás.
Por lo tanto si yo ofrezco algo pero no recibo, me siento mal porque alimenta mi creencia negativa de que “no soy atractiv@”, “no molo”, “no importo”, “no piensan en mi”. Lo mismo que puede suceder cuando recibimos un rechazo. Por lo tanto la estrategia más segura es no invertir, no tener detalles, no comunicar, matar mis deseos… porque así no me expongo a que me rechacen y por tanto mi autoestima queda resguardada.
Y claro, si esto afecta con un pequeño mensaje que muestre interés, mucho más evidente resulta con un detalle grande o extravagancia como la que hemos usado de ejemplo, una mayor inversión implica mayor riesgo de fracaso.
Contraargumento:
Se nos olvida sin embargo, que quien no comunica, no se emociona, no se arriesga, no saborea… por miedo a salir herido, termina no viviendo. Y de este modo termina herido igual, pero sin haber comunicado, sin haberse emocionado, y sin haber saboreado. Ya hablé sobre ello en el artículo “Ser la Causa”
La vida, en buena medida, consiste en darnos cuenta que no hay nada asegurado, en primer lugar, y de no temer que no lo esté, en segundo.
Tenemos una necesidad continua de buscar seguridad y el mercado se aprovecha de ello, pero la verdad es que aparte de que nuestro futuro está en el cementerio, poco más es seguro. Y si de seducción hablamos, nadie te podrá asegurar reciprocidad. Jamás. Igual que no existe modo seguro de gustar a nadie.
Cuando uno comprende esto, comprende que lo que debe cuidar es de nunca dejar de gustarse a si mismo cuando trata de gustar a alguien.
Y, ¿no os gustaríais mucho a vosotros mismos si vosotros fueséis quienes habéis planeado y llevado a cabo algo tan memorable como lo que hizo Armán en Praga?; ¿no os gustáis a vosotros mismos comunicando algo bonito que habéis pensado de alguien?; ¿no os gustáis a vosotros mismos siendo valientes y acercándoos a esa persona que os llama la atención?.
Por otro lado, ¿a que no os gustáis haciendo daño a otra persona?; ¿a que no os gustáis mintiendo? Tener esto presente sí es una forma sana y probable de sentirte bien en la seducción.
Al igual que pasaba con el primer miedo, si sólo actuáramos cuando podemos garantizar reciprocidad o correspondencia, nadie actuaría. Nada sucedería entre dos personas. Las relaciones, los amores, las grandes historias… suceden porque alguien se atrevió a actuar aunque no tenía garantizada la reciprocidad.
3. Miedo a que te malinterpreten
Argumento:
Este es el miedo al que más respeto tengo. Y explico por qué. Imaginemos la siguiente situación:
Estoy empezando a conocer a Ana, he salido de una relación hace poco y no tengo ganas de comprometerme a no ser que compruebe con el tiempo que Ana me gusta muchísimo. Así que quiero ir poco a poco. Pero en apenas un par de semanas ella ya ha tenido un detalle conmigo como el que hemos usado de ejemplo. Algo muy especial, como proponerme un viaje. Y yo, en lugar de disfrutarlo, me asusto.
¿Por qué? Porque sin preguntarle a ella, pienso: “si ha tenido este detallazo, es que quiere que seamos novios. Y yo no estoy seguro de querer serlo. Así que mejor me alejo, no vaya a ser que le haga daño”.
Y así, sin tener una conversación franca y transparente sobre qué quiere Ana conmigo, me alejo de ella. Porque como dice Paul Watzlawick las personas tenemos una capacidad artística para amargarnos la vida que supera la creatividad de Picasso.
¿Por qué digo que a este miedo le tengo más respeto? Porque al alma de cántaro que le sucede esto, al menos lo está haciendo “porque no quiere hacer daño”. Y a mi eso me merece respeto.
Este miedo se enlaza además con algo muy actual y que todos hemos escuchado: “el miedo al compromiso”. Justo conforme redacto estas líneas ha caído en mis manos el siguiente párrafo que leo en la web del escritor Pablo Arribas
“Ahora nuestro mayor miedo en las relaciones con otras personas es que pensamos que el hecho de que nos preparen el desayuno es que ya te están pidiendo matrimonio. Y es entonces cuando te vas a las cinco de la mañana después de hacer el amor en vez de quedarte y disfrutar del momento”
Una vez más, nada podrá asegurar que no se malinterpreten nuestras intenciones, pero dos actos iguales pueden percibirse de manera muy distinta según las explicaciones que demos. Así que como la mentira se combate con verdad, a continuación enumero seis aspectos que no sólo ayudan a evitar malentendidos, sino además a potenciar una relación.
Contraargumento:
Motivos para hacer realidad las buenas ideas:
1| Porque me gusto a mi mism@. Este ya lo he explicado anteriormente (al final del punto “Miedo a no ser correspondido”). Así que insisto: gustarte a ti mismo tratando de gustar a otra persona es lo que debes tratar de garantizar en la seducción.
2| Expresa con humor que estás dejando el listón alto. Ejemplo para ellas: “Yago, no sé si terminaremos gustándonos o no, pero más vale que a las otras chicas que conozcas les enseñes una foto de la maravilla de tarta que te he preparado, y les digas que se espabilen, que el listón está alto”.
3| Relata con humor cómo ideaste y llevaste a cabo ese detalle especial. Si todavía seguís conmigo tras tantas líneas, os puedo confiar un secreto. Fui testigo de cómo Armán le enseñó el video que hicimos a Eliska. ¿Y cómo lo hizo? No le enseñó simplemente el video, ya que eso podría haber llevado a la malinterpretación. Lo ilustró relatando lo divertido que fue apartar a unos turistas chinos para que le dejaran hacer los trazos en la nieve, lo peliculero que se sintió al escribir el nombre mientras sonaba música de fondo, lo agotador de subir luego a la torre, pero también lo gratificante que fue ver el resultado…
Eliska notó que él disfrutó como un niño todo el proceso. Y eso, es atractivo.
Sobre este punto y el anterior cabe comentar lo siguiente. Todo esto de lo que estamos hablando es romántico, y en la sociedad actual el romanticismo puede percibirse como algo especial o como algo cursi y empalagoso. Pues bien, para evitar que pueda pasar lo último, nada marida mejor con el romanticismo que el humor.
4| Porque estás invitando. Precisamente puede que esa chica o chico sea una persona que no tenga gestos, detalles, o muestras de interés por los tres miedos arriba descritos (o por falta de creatividad). Sin embargo tú le lanzas una invitación para que ella se sienta cómoda y también se abra. Predispones el terreno para que la otra persona se atreva, tú has abierto la veda a que tengáis una relación excepcional y de mucha calidad.
5| Vas a poder profundizar y examinar a la otra persona. A mi, particularmente, me gustan las chicas creativas y con iniciativa. Y de este modo podré ver en su respuesta, si ella encaja en mis gustos. Porque tan importante es tener iniciativa, como ser exigente. Esto lo abordamos en el artículo “Dos pasos para conocer a la persona que te atrae”
6| Y por último, creo que las cosas hay que hacerlas, porque todo puede acabar mañana. Esa chica puede dejar de gustarme mañana, puede que le ofrezcan trabajo en Sidney, que aparezca una tercera persona que capte mi atención o la suya, o incluso puede caernos un meteorito mañana (si alguien cree que exagero que le pregunte a los dinosaurios).
Una vez eres consciente de que todo puede acabar mañana, te das cuenta de que al final, lo único que quedará, es tu historia. De forma que aun en la hipótesis en la que entre Armán y Eliska no suceda nada, para siempre va a poder recordar ese día tan memorable, las risas conmigo, nuestras caras al tener la idea, la emoción de hablar de ello luego… por eso uno de los leit motivs de Egoland que Luis Tejedor plasmó en su libro “Seductor” dice: actúa de forma que luego puedas recordarte a ti mismo con una sonrisa.
Una vez te das cuenta de que todo puede acabar mañana, si tienes algo bello en la mente, tienes que convertirlo en acción. No lo mates, no contribuyas al “deseocidio”.
Si tras mi muestra de interés la otra persona no tiene creatividad ni inicitativa, es probable que me vaya desencantando. Es probable que con el tiempo preste más atención a otra chica, pero no habrá sido por mi que la historia no será memorable. Lector, o lectora: si las historias memorables no suceden, que nunca sea porque no comunicamos nuestros deseos o emociones.
¿Estamos de acuerdo? Ojalá que sí. En cualquier caso, sabed que me he gustado mucho escribiendo este artículo.
PD: recuerda que tus comentarios enriquecen este artículo. Si decides compartirlo, gracias de antemano por hacer algo tan halagador como es difundir mi trabajo.